SE ACABÓ LA RABIA
SE ACABÓ LA RABIA
En este ensayo hablaré sobre la bondad y
cómo ésta ayudaría a mejorar la situación del mundo en vez de desquitarnos con
pensamientos y acciones negativas que sólo afectan a las personas que tenemos a
nuestro alrededor.
La bondad perfecciona a la persona porque
sabe dar y darse sin temor a verse defraudado, transmitiendo aliento y
entusiasmo a quienes lo rodean.
Este valor en confundido con “debilidad”,
pero nada tiene que ver con el valor, ya que bondad representa la fortaleza que
tiene quien sabe controlar su carácter, sus pasiones y sus arranques para
convertirlos en mansedumbre. Este valor desarrolla en cada persona la
disposición para agradar y complacer en justa medida a todas las personas y en
todo momento.
La bondad tiene tendencia a ver lo bueno
de los demás porque evita enjuiciar las actitudes de los demás bajo su punto de
vista y tener empatía con los demás.
La bondad es una inclinación natural a
hacer el bien, con una profunda comprensión de las personas y necesidades,
siempre paciente y con ánimo equilibrado.
Es sencillo apreciar los momentos en los
cuales dejamos de tener una actitud bondadosa, y se ve reflejado en las
actitudes agresivas que se adoptan con los malos modales y la manera de hablar,
a veces con palabras altisonantes; la indiferencia que manifestamos ante las
preocupaciones o inquietudes que tienen los demás, juzgándolas de poca
importancia o como producto de la falta de entendimiento y habilidad para
resolver problemas, al hacerlo, nos convertimos en seres incapaces de escuchar
con interés y tratar con amabilidad a todos los que acuden a nosotros buscando
un consejo o una solución.
Nuestro ego puede regocijarse cuando
alguien comete un error a pesar de las advertencias, saboreando aquellas
palabras de: "no quiero decir te lo dije, pero... te lo dije", y nos
empeñamos en demostrar lo sabios que pueden llegar a ser nuestros consejos;
pero todo esto sale sobrando, ya que la persona ha reconocido su error y en ese
momento está afrontando las consecuencias.
La bondad no se detiene a buscar las
causas, sino a comprender las circunstancias que han puesto a la persona en la
situación actual, sin esperar explicaciones ni justificación y en procurar el encontrar
los medios para que no ocurra nuevamente.
La bondad es generosa y no espera nada a
cambio. No necesitamos hacer propaganda de nuestra bondad, porque entonces
perdería su valor y su esencia.
La bondad no tiene medida, es
desinteresada, por lo que jamás espera retribución. Podemos añadir que nuestro
actuar debe ir acompañado de un verdadero deseo de servir, evitando hacer las
cosas para quedar bien.
Ser bondadoso tampoco equivale a ser
blando, condescendiente con la injusticia, o indiferente ante lo que está bien
o está mal en las actitudes y palabras de quienes nos rodean, por el contrario,
sigue siendo enérgico y exigente, sin dejar de ser comprensivo y amable. Jamás
responde con insultos y desprecio ante quienes así lo tratan, por el dominio
que tiene sobre su persona, procura comportarse educadamente a pesar del
ambiente adverso.
La bondad va más allá que un simple
ofrecimiento de cosas materiales en condiciones precarias, para fomentar este
valor en nuestra vida podemos considerar que debemos: sonreír siempre, ser
optimistas, Tratar a los demás como quisiéramos que nos trataran, corresponder
a la confianza y buena fe que se deposita en nosotros.
El valor de la bondad perfecciona a la
persona que lo posee porque sus palabras están cargadas de aliento y
entusiasmo, facilitando la comunicación amable y sencilla; sabe dar y darse sin
temor a verse defraudado; y sobre todo, tiene la capacidad de comprender y
ayudar a los demás olvidándose de sí mismo.
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